Sanaras mucho mas rápido de que puedas ver una herida.

No, no lo digas...
No nombres lo inevitable
Yo ya lo sé. Solo que el escucharlo
Me parece tan triste...

Deja que esa palabra se funda en el viento...
Que la envuelva y la disuelva
Que nos la haga olvidar y creer que nunca será

Me es fácil actuarla... vivirla...
Disfrutarla... más duele asumirla...

Una dulce condena marcada desde el momento de nacer...
Forjando una eterna pregunta...
Siempre la misma y única pregunta...
La que conmueve lágrimas...
Y se esconde en la sonrisa inmediata...
Que no opaca el temor...

Dulce, dulce, dulce condena...
Dulce y agria condena...
Mi verbo, adjetivo y existir...
Sonrisas, llantos y un vivir...

No me iré para evitarlo...
Me quedare para asumirlo...
Lo abrasare para disfrutarlo...
Y mirare para advertirlo...

Una buena persona
Una mejor persona
O simplemente los mismos
Transformados en mejores personas...

Dime si te encontrare en la segunda estrella más lejana del sol.

Ni muy cerca, ni muy lejos.

Y ahí está esperando a que termine de contar y decida abrir los ojos…
Ni muy cerca ni muy lejos…
Siempre atenta, vigilante, protectora, esperando el momento…
No muy cerca… para que el gusto de encontrarla sea eterno.
No muy lejos, para que la frustraciones no fatiguen los deseos ni las ganas…

Y aquel día en que salga a buscarla exactamente en otra dirección…
Un alma piadosa… lo detendrá y le susurrará al oído…
“siempre estuvo a tu lado”
Y aun con los ojos abiertos… no la fuiste capaz de ver...
Pero siempre estuvo a tu lado.

Contó tanto tiempo del 1 al 10, contar historias y sueños... con los ojos tan cerrados que le parecían verdaderas. Siempre del 1 al 10...
Quizás solo contaba para no abrir los ojos...
Un niño tiene tantas razones para contar… que algunos se hacen hombres.

Hoy el niño decide volver a jugar. La vida es más simple de lo que parece, y son las cosas que hay que disfrutar.